¿Usted y el mundo o usted en el mundo?

¿Alguna vez ha pensado en su responsabiliadd con la sociedad en la que vive? Tal vez su respuesta sea si, tal vez sea no. Si piensa que ha cumplido con su deber moral de pensar en eso conteste ahora otra pregunta: ¿Alguna vez ha hecho algo para cumplir con su deber en la sociedad...? Piénselo, no se cuánto durará en responder, pero tal vez tenga que pasar un buen rato con su conciencia.

Sea cual sea su respuesta hay algo que quiero decirle. En el 2004 había 980 millones de personas en pobreza extrema en el mundo, sí, en SU MUNDO. Aunque le parezca increíble, en su mundo hay personas que viven con un dolar al día. ¿Cuántos dólares gasta usted por día? apuesto a que no sabe, nunca los cuenta, y la verdad tampoco tiene por qué hacerlo, pues eso no sirve de nada. El problema es que usted ignore este hecho, pues la falta de interés es el mayor obstáculo para resolver los problemas sociales.

No es necesario irse a misionar por todo el mundo para poder cooperar, basta con que ud - y yo- miremos a nuestro alrededor y veamos a todas las personas que necesitan algo de nosotros, algo, lo que sea, no piense sólo en dinero. Si se puede ayudar con dinero a quienes más lo necesitan pues entonces se debe hacer, pero la mayor parte del tiempo lo que las otras personas esperan de nosotros no está relacionado con dinero.

Todos (o al menos una mayoría bastante amplia) tenemos familia, amigos, vecinos. ¿Qué tan difícil es brindarles una sonrisa, un buen trato, un consejo, un favor, al menos una palabra de apoyo? ¿No cree que si todas las personas saliéramos en la mañana de buen humor habría menos problemas durante el día? Obvio, eso no lo arregla todo, pero definitivamente hace una gran diferencia.

El deber que todos tenemos con la sociedad abarca muchos aspectos, como podemos notar, así que no es válido decir que no se brinda ayuda porque no existe la forma de hacerlo. Opciones hay muchas, basta con tener buena voluntad, decidirse a hacerlo y HACERLO.

Espero que la próxima vez que se dirija a alguien piense en el cambio que puede generar en esa persona con sólo un trato amable, piense en lo bien que se sentirá ese alguien y en la forma en que eso puede ayudar a las personas que tengan que tratar con él en el resto del día. ¿No le gustaría vivir en un mundo más cooperativo?

Memorias en 5

Apacible, inmóvil e imperturbable, así me encuentro ahora, sentada en un salón de clase, escuchando y pretendiendo entender una historia que es ajena, aun cuando no soy capaz de descifrar la mía, y cuando esa breve idea me visita miles de sensaciones hacen fila para ser interpretadas por todo mi ser.

Desde lo más dulce hasta lo más agrio, pasando por aquello que en su momento fue casi insípido pero que el tiempo me permitió darle sabor – y viceversa-, decenas de sabores y sinsabores llenan mi paladar en su intento desesperado por lograr ser digeridos, y yo me rehúso, pues las cosas deben ser analizadas con calma, con paciencia y con precaución para poder obtener algo de ellas.

En blanco y negro, a colores, en tonos sepia, transparente... Miles de cosas tiñeron mi vida, pero clasificarlas por color no sirve porque resaltar el blanco y el negro es dejar por fuera todo el resto de colores maravillosos que forman parte de ellos.

Desde la más hermosa melodía hasta el sonido más estridente, miles de canciones han sonado en mi interior haciendo que todo se mueva a su compás, pero no hay razón para culpar a la música de los momentos menos gratos, y aun en la más bella melodía hubo un segundo de desentonación, y todo siguió igual, entonces tampoco merece llevarse el mérito de los mejores momentos, la música no sirve para clasificar lo buenas o malas que han sido las situaciones, pues todo es un complemento de algo...

De lo dulce y fresco a lo más desagradable se ha mezclado con el aire que respiro, permitiéndome respirar profundamente o estar a punto de morir asfixiada con mi propio aire, en medio de desesperados intentos por tomar una bocanada de aire fresco que me devuelva la esperanza...

No puedo dejar de lado los corazones que me han tocado. Muchos cálidos, suaves y tersos, algunos otros ásperos, fríos y tan duros como rocas, y luego mi corazón aprendió qué textura adoptar con cada uno.

Funcionan, existen, viven... existo... Los hechos no pueden ser interpretados por separado, son las uniones las que le dan sentido a la vida.